Deporte escolar e inclusión

En un patio donde convivían lenguas, acentos y maneras distintas de moverse, la educadora descubrió que la interculturalidad y la igualdad de género no nacen simplemente de compartir espacio, sino de aprender a mirarse sin prejuicios. Veía cómo algunos niños acaparaban el balón, cómo algunas niñas dudaban antes de participar y cómo quienes venían de otras culturas buscaban su lugar entre normas invisibles.

Decidió entonces transformar el juego: propuso actividades que no jerarquizaban cuerpos, abrió oportunidades para que todas las voces contaran y creó dinámicas donde cada identidad pudiera expresarse sin miedo. Poco a poco, el patio dejó de ser un espacio que separa para convertirse en un territorio común donde cada gesto —un pase, una palabra, una risa— tejía convivencia, respeto y nuevas formas de estar juntos.

Para profundizar en estas ideas, se ofrece un documento escrito que desarrolla todos estos aspectos con mayor detalle.

📄Pluralidad y equidad, igualdad de genero e interculturalidad